Un mundo feliz

“Seguiré trabajando por la felicidad de los españoles”. La frase es de Teresa Fernández de la Vega, ex vice presidenta del peor Gobierno de la Democracia, al tomar posesión como Consejera de Estado. Se trata de una frase que sería anecdótica si no tuviera una gran carga de profundidad. ¡Y qué carga!

Hay que sentirse muy superior a los demás, o despreciar muy profundamente la libertad y la inteligencia de ese pueblo al que los socialistas dicen defender tanto, para decir algo así. Esta mujer se cree realmente superior a los demás y capaz de arbitrar hasta felicidad. Aldous Huxley, autor de la utopía “Un mundo feliz”, ya vaticinó la amenaza de quienes quieren controlar a las personas hasta el punto de convertirlas en esclavas, eso sí, felices en la inconsciencia de su propia servidumbre y disuelta su identidad en la alienación colectivista y anulada su crítica por la droga del soma.

Entérese señora: yo no quiero que mi felicidad dependa de personas como usted. Usted representa lo peor de la política, el sectarismo, la prepotencia, la mentira constante, el desprecio a quienes no piensan como usted. Estaríamos apañados si nuestra felicidad dependiera de usted.

Esta señora y el gobierno demencial que pilotaba para que su jefe se dedicara a hacer el ridículo por el mundo hablando del viento y otras chorradas, lo que ha provocado es mucha infelicidad a los españoles. Los cinco millones de españoles que están el paro, por ejemplo, son muy infelices, y sus familias también.

Este pensamiento podría parecer bonito. Pero es profundamente totalitario. No queremos gobernantes que pretendan administrar nuestra felicidad, porque sabemos que detrás de eso lo que buscan es nuestra libertad. Y no en vano este gobierno se ha convertido en el más manipulador, propagandista, opaco, sectario, intervencionista, adoctrinador y liberticida de la democracia. Eso sí, con una sonrisa. Una sonrisa que ya no tiene gracia, sino que provoca miedo.