Dos matices personales
Pero quiero hacer antes dos apreciaciones:
- En primer lugar quiero decir que nunca he sido amigo ni de las grandes fiestas ni de salir mucho por la noche. Se me podría calificar de rara avis y de hecho así me he sentido durante toda mi juventud, cuando la "obligación" de salir todos los fines de semana por sitios donde no se podía hablar pronto dejó de ser tal cosa para mí, porque no acostumbro a hacer lo que no me gusta por la mera presión social. Otra cosa es que pagues el precio en forma de un aislamiento que yo aprovechaba para jugar con mis hermanos pequeños, leer, escuchar música o hacer deporte. Capítulo aparte merecerían las noches de fin de año, donde el ruido, el frío y el alcohol por todas partes componían para mi un auténtico calvario.
- En segundo lugar, yo no estoy en contra de la diversión, faltaría más. Creo que cada uno debe divertirse como prefiera, pero eso sí, no como dicte la moda, marcada o aprovechada por los intereses empresariales o comerciales. Y creo que hay formas de diversión que enriquecen a la persona y otras que la destruyen, pero de eso hablaremos después.Y quiero decir que escribo esto porque creo que debo hacerlo, aún a riesgo de parecer un moralista que en absoluto pretendo ni deseo ser.
La elección del tipo de ocio: dos modelos
Por tanto nos encontramos ante una realidad: que los jóvenes quieren divertirse, lo que es muy positivo, y que también en esto deben ejercer su elección entre varias formas de ocio. Y esto es de capital importancia, porque si un chaval empieza a salir a los 17 años y su elección es salir a emborracharse o colocarse, cuando tenga mi edad llevará dos décadas arruinando su salud física y mental. Imaginemos veinte años seguidos, todos los viernes y sábados, y algún jueves y domingo de propina: sin dormir no necesario para el bienestar de unas neuronas regadas por el botellón y quién sabe si animadas también por otras sustancias nocivas. Y quiero reiterar que no todo el que sale por la noche se emborracha o se coloca, obviamente, solo digo que eso está ahí, en el ambiente.
Por el contrario imaginemos otro joven que haya dedicado esos fines de semana a salir tranquilamente, sin emborracharse, sin trasnochar de forma abusiva, haciendo deporte, leyendo, haciendo excursiones, colaborando con una ONG o divirtiéndose con una película en familia o con sus amigos. Tras veinte años, ese chico estará mucho mejor de todo, también como persona, que quien ha estado machacando su juventud de manera sostenida.
Un ambiente negativo
Me referiré ahora al tipo de ocio que me parece desaconsejable, y que no precisa mucha explicación porque es el imperante: noche pura y dura, alcohol, excesos en general. Esta forma de ocio, que no siempre tiene por qué ser mala, especialmente si se rige por la moderación, viene condicionada por varios factores:
- Factores culturales: El materialismo dominante, que niega todo espacio al espíritu, conduce inevitablemente al consumismo y al hedonismo, a la busca del placer y la diversión sin límites ni barreras. El espejismo de felicidad de rápido consumo basado en la sobre-estimulación sensorial, la alteración de la percepción de la realidad y la obtención de placer de cualquier sitio, sean situaciones, lugares o personas, se combina fatalmente con el gregarismo colectivista, la presión insoportable del grupo uniformador, que marca desde los hábitos de consumo, hasta los de la vestimenta, y así se encuentra uno cualquier fin de semana a millones de jóvenes perfectamente homologados para la dura velada de diversión.
- Factores mercantiles: El dinero que se mueve por la noche es muy importante. Desde las marcas de bebidas, alcohólicas o no, hasta los propios locales, hacen un negocio tremendo gracias a la asistencia masiva de jóvenes a sus barras y a sus pistas. No hay nada ilegítimo en ello, probablemente sea un problema de demanda más que de oferta, pero no se puede negar que hay un poderoso interés comercial en esta forma de ocio, que no tiene por qué ser mala, aunque puede acabar siéndolo. La responsabilidad de los empresarios del ocio es no anteponer el lucro a cualquier consideración sobre el impacto de su actividad en la salud de los jóvenes, especialmente de los menores. El precio de una sola vida es muy superior a cualquier negocio, por legítimo que sea.
- Factores educativos y familiares: Hay una gran responsabilidad en las familias a la hora de formar a sus hijos en la elección responsable de sus formas de ocio. Los padres podemos hacer mucho para que los hijos sepan valorar una conversación con sus amigos, más que el frenesí de la noche, que casi siempre les dejará vacíos. Por desgracia, no siempre los esfuerzos de los padres obtienen el resultado deseado, pero esos desvelos son imprescindibles.
Y esta forma de ocio también tiene sus consecuencias:
- Sobre la salud: por la falta de descanso en edades que lo hacen necesario, por el consumo de alcohol, por el consumo de drogas, por el consumo de tabaco.
- Sobre la seguridad: cada fin de semana mueren jóvenes en accidentes donde el alcohol juega un papel determinante. Por otra parte, la noche presenta otros muchos riesgos no siempre bien ponderados.
- Sobre el proyecto de vida: Una forma de ocio basada en el alcohol o la droga no puede ser cimiento de nada bueno. Dedicar a ello el tiempo libre durante toda la juventud es desperdiciar una vida, a menudo marcada para siempre por el alcoholismo.
Hay alternativas
Cuando veo a miles de chavales haciendo botellón, o vomitando en la calle en estado de absoluta embriaguez, me doy cuenta de lo necesario que es un cambio en las formas de ocio. Mientras la forma de ocio imperante sea la basada en el consumo de alcohol, seguiremos perdiendo vidas en accidentes y truncando proyectos de vida.
Quiero decir que hay muchas alternativas de ocio y es deber de todos ofrecerlas a los jóvenes:
- Los poderes públicos facilitando su acceso.
- Los Medios de Comunicación presentándolos como atractivos, especialmente en las series de ficción, que fraguan arquetipos que se convierten en modelos de conducta.
- Y los padres formando adecuadamente a los hijos, que ojalá tuvieran siempre una escala de valores clara y, desde luego, un ejemplo edificante en su propio hogar.
¿Cuáles son esas alternativas? Aquí van algunas:
- Deporte: Hay fantásticos polideportivos y espacios abiertos que permiten la práctica de todo tipo de deportes a todo tipo de niveles. Consejo: busca en tu Ayuntamiento la programación deportiva, las actividades, los recursos. Aquí está un ejemplo de la ciudad donde soy alcalde: Alcorcón.
- Medio Ambiente: Tenemos cerca de nuestras ciudades, y en ocasiones dentro de ellas, espacios naturales que ofrecen una formidable oportunidad de entrar en contacto con el medio ambiente, una de las experiencias más maravillosas que tenemos las personas. Consejo: vete con tus amigos a la Sierra del Guadarrama, o la Sierra Norte, o a cualquier paraje natural de los muchos que ofrece nuestra geografía, Parques Nacionales incluidos. No se necesita mucho dinero, sólo voluntad de disfrutar de la Naturaleza. Hay rutas de senderismo, o simplemente puedes disfrutar de un paseo por el campo.
- Turismo: Sólo en la Comunidad de Madrid tenemos tres ciudades Patrimonio de la Humanidad. Merece la pena acercarse y pasar un día en ellas. Consejo: coge el tren de Cercanías y acércate con tus amigos en Alcalá, en El Escorial o en Aranjuez, por ejemplo. En todas ellas hay lugares maravillosos, al igual que en otras muchas ciudades madrileñas o españolas.
- Museos: En Madrid tenemos decenas de museos interesantes, y no sólo en la capital. Hay pueblos pequeños que te deparan sorpresas como un pequeño museo de Picasso o unas cuevas prehistóricas, pasando por los grandes museos de las ciudades de toda la región y el país. Consejo: mira esta guía de museos y anímate a visitar alguno, puede ser una excursión excelente.
- Solidaridad: A veces lo mejor que se puede hacer con el tiempo es dedicarlo a los demás. Hay muchísimas actividades promovidas por ONG´s que permiten hacer algo importante en el tiempo libre. Desde ayudar en un comedor social, hasta apuntarse a Protección Civil. Consejo: si te indigna el egoísmo imperante, comprométete con tus amigos a servir a quienes más lo necesitan. Ayuda en una ONG. Que forme parte de vuestra vida la solidaridad activa.
- Otras actividades: Cine, teatro, música, lectura, hobbies, talleres en centros culturales... hay muchas alternativas. Algunas puedes hacerlas con tu familia, que también es una buena compañía para el tiempo libre.
En definitiva, el ocio de los jóvenes es un asunto vital. Y todo lo que es importante precisa de atención: para preparar actividades, para organizar salidas, para inculcar valores, para prevenir errores... Merece la pena. Y el primer paso es tomar conciencia de la necesidad de redescubrir formas saludadles de ocio que permitan crecer como personas, no arruinar las bases de proyectos vitales amenazados y a veces aniquilados.