sábado, 27 de febrero de 2010

COMUNICACIÓN: La figura del portavoz


Hoy he impartido una sesión a estudiantes de post-grado en dirección de campañas sobre la figura del portavoz político. Si bien hay muy buena literatura sobre esta figura, yo he querido salirme un poco del plano teórico y hacer un repaso de las diversas clases de portavoz que hay, de las funciones que realizan, de los instrumentos que utilizan, de los problemas que encuentran, de cómo se organizan y coordinan con otros portavoces..., etcétera.

Creo que la figura del portavoz, tal como la conocemos hoy, es resultado de una necesidad de especialización (representativa), una necesidad funcional (comunicativa) y una necesidad de transparencia (democrática). Todo portavoz debe observar tres aspectos cuando decide emitir un mensaje: la coherencia (con los principios (ideología), con los compromisos (programa) y con las poosturas de otros portavoces de su partido (discurso oficial). Al mismo tiempo debe tener en cuenta los límites del mensaje, relacionados con las normas no escritas del respeto político e institucional y con la sensibilidad de la sociedad. Pero, sobre todo, hay que tener en cuenta las consecuencias del mensaje, ya que todo mensaje las tiene, enn forma de reacciones que desencadena.

El ejemplo más llamativo de esto último es el caso del fin del muro de Berlín, resultado automático (en cuestión de horas) de una rueda de prensa en la que el miembro del Politburó del SED, Günter Schabowski, anunció por error que se abría inmediatamente el muro, lo que provocó una avalancha de gente libre después de décadas y que significaría el fin del imperio comunista. Todo ello desencadenado por una declaración de prensa. En definitiva, ha sido una buena oportunidad para compartir puntos de vista con expertos en comunicación y alumnos qe han aportado ideas y planteado cuestiones interesantísimas.

1 comentario:

  1. La política se basa en la comunicación socializada y en la capacidad para influir en la opinión de las personas de ahí la importancia del mensaje. Sin credibilidad, sin confianza y sin un buen transmisor el resultado cambia.
    Está claro que la destrucción de la credibilidad se ha convertido el arma política más poderosa de los últimos años y es importante saber tabajarlo.

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